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viernes, 22 de enero de 2010

Al Amor de la Lumbre

Al amor de la lumbre cuya llama
como una cresta de la mar ondea.
Se oye fuera la lluvia que gotea
sobre los chopos. Previsora el ama
supo ordenar se me temple la cama
con sahumerio. En tanto la Odisea
montes y valles de mi pecho orea
de sus ficciones con la rica trama
preparándome el sueño. Del castaño
que más de cien generaciones de hoja
criara y vio morir, cabe el escaño
abrasándose el tronco con su roja
brasa me reconforta. ¡Dulce engaño
la ballesta de mi inquietud afloja!
Autor: Miguel de Unamuno

lunes, 18 de enero de 2010

Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía Hora,
a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.
Autor: Francisco de Quevedo

viernes, 8 de enero de 2010

Llénate de mi

Llénate de mí. Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame. Pídeme. Recógeme, contiéneme, ocúltame. Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora, Soy el que pasó saltando sobre las cosas, el fugante, el doliente.
Pero siento tu hora, la hora de que mi vida gotee sobre tu alma, la hora de las ternuras que no derramé nunca, la hora de los silencios que no tienen palabras, tu hora, alba de sangre que me nutrió de angustias, tu hora, medianoche que me fue solitaria.
Libértame de mí. Quiero salir de mi alma. Yo soy esto que gime, esto que arde, esto que sufre. Yo soy esto que ataca, esto que aúlla, esto que canta. No, no quiero ser esto. Ayúdame a romper estas puertas inmensas. Con tus hombros de seda desentierra estas anclas. Así crucificaron mi dolor una tarde.
Quiero no tener límites y alzarme hacia aquel astro. Mi corazón no debe callar hoy o mañana. Debe participar de lo que toca, debe ser de metales, de raíces, de alas. No puedo ser la piedra que se alza y que no vuelve, no puedo ser la sombra que se deshace y pasa.
No, no puede ser, no puede ser, no puede ser. Entonces gritaría, lloraría, gemiría.
No puede ser, no puede ser. Quién iba a romper esta vibración de mis alas? Quién iba a exterminarme? Qué designio, qué? palabra? No puede ser, no puede ser, no puede ser. Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.
Porque tú eres mi ruta. Te forjé en lucha viva. De mi pelea oscura contra mí mismo, fuiste. Tienes de mí ese sello de avidéz no saciada. Desde que yo los miro tus ojos son más tristes. Vamos juntos. Rompamos este camino juntos. Ser? la ruta tuya. Pasa. Déjame irme. Ansíame, agótame, viérteme, sacrificarme. Haz tambalear los cercos de mis últimos límites.
Y que yo pueda, al fin, correr en fuga loca, inundando las tierras como un río terrible, desatando estos nudos, ah Dios mío, estos nudos, destrozando, quemando, arrasando como una lava loca lo que existe, correr fuera de mi mismo, perdidamente, libre de mí, Curiosamente libre. ¡Irme, Dios mío, irme!
Autor: Pablo Neruda

lunes, 4 de enero de 2010

Canción Amarga

¡Ay! ¡Juguemos, hijo mío,
a la reina con el rey!

Este verde campo es tuyo.
¿De quién más podría ser?
Las oleadas de la alfalfa
para ti se han de mecer.

Este valle es todo tuyo.
¿De quién más podría ser?
Para que los disfrutemos
los pomares se hacen miel.

(¡Ay! ¡No es cierto que tiritas
como el Niño de Belén
y que el seno de tu madre
se secó de padecer!)

El cordero está espesando
el vellón que he de tejer.
Y son tuyas las majadas,
¿De quién más podrían ser?

Y la leche del establo
que en la ubre ha de correr,
y el manojo de las mieses
¿de quién más podrían ser?

(¡Ay! ¡No es cierto que tiritas
como el Niño de Belén
y que el seno de tu madre
se secó de padecer!)

¡Sí! ¡Juguemos, hijo mío,
a la reina con el rey!

Autor: Gabriela Mistral

martes, 29 de diciembre de 2009

Amor de tarde

Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cuatro y acabo la planilla y pienso diez minutos y estiro las piernas como todas las tardes y hago así con los hombros para aflojar la espalda y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cinco y soy una manija que calcula interes eso dos manos que saltan sobre cuarenta teclaso un oído que escucha como ladra el teléfonoo un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las seis. Podrías acercarte de sorpresay decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos yo con la mancha roja de tus labios tú con el tizne azul de mi carbónico.

Autor: Mario Benedetti

martes, 22 de diciembre de 2009

Esclava mía

ESCLAVA mía, témeme.
Ámame. Esclava mía!
Soy contigo el ocaso más vasto de mi cielo,
y en él despunta mi alma como una estrella fría.
Cuando de ti se alejan vuelven a mí mis pasos.
Mi propio latigazo cae sobre mi vida.
Eres lo que está dentro de mí y está lejano.
Huyendo como un coro de nieblas perseguidas.
Junto a mí, pero dónde? Lejos, lo que está lejos.
Y lo que estando lejos bajo mis pies camina.
El eco de la voz más allá del silencio.
Y lo que en mi alma crece como el musgo en las ruinas.

Autor: Pablo Neruda

jueves, 26 de febrero de 2009

Poema de perdón

Quiero pedirte perdon
por esta decepción
de no poder amarte
con todo mi corazón
no puedo creer
que aquel amor
que me quisiste dar
acabara con nuestra amistad
de esa manera tan brutal
Llegaste a mi pensamiento
y un poco más que eso
pero nunca tocaste
adentro de mi pecho...
Me duele decir
que me quisiste
pues desgraciadamente
yo nunca lo hice...
pero en mi recuerdo
siempre serás
aquella persona
que me dio su amistad
pero desgraciadamente
trato de llegar a más.

viernes, 6 de febrero de 2009

Abrazo

Un simple abrazo nos enternece el corazón;
nos da la bienvenida
y nos hace más llevadera la vida.
Un abrazo es una forma de compartir
alegrías así como también
los momentos tristes que se nos presentan.
Es tan solo una manera de decir
a nuestros amigos que los queremos
y que nos preocupamos uno por el otro
porque los abrazos fueron hechos
para darlos a quienes queremos.
El abrazo es algo grandioso.
Es la manera perfecta
para demostrar el amor que sentimos
cuando no conseguimos la palabra justa.
Es maravilloso porque tan sólo un abrazo
dado con mucho cariño,
hace sentir bien a quien se lo damos,
sin importar el lugar
ni el idioma porque siempre es entendido.
Por estas razones
y por muchas más...
hoy te envío
mi más cálido abrazo.

Autor: Poemas de Amistad

Aquí en esta orilla blanca...

Aquí en esta orilla blanca
del lecho donde duermes
estoy al borde mismo de tu sueño.
Si diera un paso mas,
caerla en sus ondas,
rompiéndolo como un cristal.
Me sube el calor de tu sueño hasta el rostro.
Tu hálito te mide la andadura del soñar:
va despacio. Un soplo alterno,
leve me entrega ese tesoro exactamente:
el ritmo de tu vivir soñando.
Miro. Veo la estofa de que está hecho tu sueño.
La tienes sobre el cuerpo
como coraza ingrávida.
Te cerca de respeto.
A tu virgen te vuelves toda entera,
desnuda, cuando te vas al sueño.
En la orilla se paran las ansias
y los besos: esperan, ya sin prisa,
a que abriendo los ojos renuncies
a tu ser invulnerable.
Busco tu sueño.
Con mi alma doblada sobre ti
las miradas recorren,
traslúcida, tu carne y apartan dulcemente
las señas corporales,
por ver si hallan detrás las formas de tu sueño.
No lo encuentran.
Y entonces pienso en tu sueño.
Quiero descifrarlo.
Las cifras no sirven,
no es secreto.
Es sueño y no misterio.
Y de pronto, en el alto silencio de la noche,
un soñar mío empieza
al borde de tu cuerpo;
en él el tuyo siento.
Tú dormida, yo en vela,
hacíamos lo mismo.
No había que buscar:
tu sueño era mi sueño.

Autr: Luis Cernuda

Antelación del amor

Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta
ni la privanza de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña,
ni la sucesión de tu vida
situándose en palabras o acallamiento
serán favor tan persuasivo de ideas
como el mirar tu sueño implicado
en la vigilia de mis ávidos brazos.
Virgen milagrosamente
otra vez por la virtud absolutoria del sueño,
quieta y resplandeciente como una dicha
en la selección del recuerdo,
me darás esa orilla de tu vida
que tú misma no tienes,
Arrojado a la quietud
divisaré esa playa última
de tu ser y te veré por vez primera
quizás como Dios ha de verte,
desbaratada la ficción del Tiempo
sin el amor, sin mí.

Autor: Jorge Luis Borges

Anoche cuando dormía

Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Dí: ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?
Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.

Autor: Antonio Machado

Aniversario de boda

Un año más... Pasa sin casi darnos cuenta...
La vida va pasando poco a poco
y llega un día en que recordamos el momento en que comenzó
un largo camino: en este caso, el matrimonio.
No es fácil ni sencillo una relación tan especial
y complicada como es el la del esposo y la esposa.
Pero cada vez que llega ese día de aniversario,
(a pesar de que por lo general con el pasar del tiempo
la vamos olvidando y celebrando con menos entusiasmo),
es como un atleta cuando llega a su meta...
Solo que en ese mismo instante comienza otro reto,
cada vez más alto.
¿Recuerdas tu primer aniversario?
¡Lo celebraron muy felices los dos!
Así debe ser cada nuevo aniversario:
llenos de amor y felicidad porque van rompiendo records,
alcanzando metas,
rompiendo barreras...
Dios los bendice.

Autor: Poemas en Español

Amor Prohibido

Subes centelleante de labios y de ojeras!
Por tus venas subo,
como un can herido
que busca el refugio de blandas aceras.
Amor, en el mundo tú eres un pecado!
Mi beso en la punta chispeante
del cuerno del diablo;
mi beso que es credo sagrado!
Espíritu en el horópter
que pasa ¡puro en su blasfemia!
¡el corazón que engendra al cerebro!
que pasa hacia el tuyo,
por mi barro triste.
¡Platónico estambre que existe en el cáliz donde tu alma existe!
¿Algún penitente silencio siniestro?
¿Tú acaso lo escuchas?
Inocente flor! ...
Y saber que donde no hay un Padrenuestro,
el Amor es un Cristo pecador!

Autor: César Vallejo

Amor

Mujer, yo hubiera sido tu hijo,
por beberte la leche de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado
y tenerte en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas
como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser
pasara sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa
-limpio de todo mal-.
Cómo sabría amarte,
mujer, cómo sabría amarte,
amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía amarte más.
Y todavía amarte
más y más.

Autor: Pablo Neruda

jueves, 5 de febrero de 2009

Dulzura

Madrecita mía,
madrecita tierna,
déjame decirte dulzuras extremas.
Es tuyo mi cuerpo
que juntaste en ramo;
deja revolverlo sobre tu regazo.
Juega tú a ser hoja
y yo a ser rocío:
y en tus brazos locos
tenme suspendido.
Madrecita mía,
todito mi mundo,
déjame decirte los cariños sumos.

Autor: Gabriela Mistral

Dream

Se desgrana un cristal fino sobre el sueño de una flor;
trina el poeta divino...
¡Bien trinado, Ruiseñor!
Bottom oye ese cristal caer,
y bajo la brisa se siente sentimental.
Titania toda es sonrisa.
Shakespeare va por la floresta,
Heine hace un lied de la tarde...
Hugo acompaña la Fiesta Chez Thérèse.
Verlaine arde en las llamas de las rosas,
alocado y sensitivo,
y dice a las ninfas cosas entre un querubín y un chivo.
Aubrey Beardsley se desliza como un silfo zahareño;
con carbón, nieve y ceniza da carne
y alma al ensueño.
Nerval suspira a la Luna,
Laforgue suspira de males de genio y fortuna.
Va en silencio Mallarmé.

Autor: Rubén Darío

Dos palabras

Esta noche al oído me has dicho dos palabras Comunes.
Dos palabras cansadas
De ser dichas.
Palabras Que de viejas son nuevas.
Dos palabras tan dulces
que la luna que andaba filtrando entre las ramas
Se detuvo en mi boca.
Tan dulces dos palabras
Que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
Moverme para echarla.
Tan dulces dos palabras ?
Que digo sin quererlo?
¡oh, qué bella, la vida!?
Tan dulces y tan mansas
Que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.
Tan dulces y tan bellas
Que nerviosos, mis dedos,
Se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
Oh, mis dedos quisieran
Cortar estrellas.

Autor: Alfonsina Storni

Espacio y tiempo

Espacio y tiempo,
barrotes de la jaula en que el ánima,
princesa encantada,
está hilando, hilando cerca de las ventanas de los ojos
(las únicas aberturas por donde suele asomarse, lánguida).
Espacio y tiempo, barrotes de la jaula;
ya os romperéis, y acaso muy pronto,
porque cada mes,
hora, instante, os mellan,
¡y el pájaro de oro acecha una rendija para tender las alas!
La princesa, ladina, finge hilar;
pero aguarda que se rompa una reja...
En tanto, a las lejanas estrellas dice:
Amigas tendedme vuestra escala de la luz sobre el abismo.
Y las estrellas pálidas le responden:
¡Espera, espera, hermana,
y prevén tus esfuerzos:
ya tendemos la escala!

Autor: Amado Nervo

En la sombra del agua

Es la sombra del agua
y el eco de un suspiro,
rastro de una mirada,
memoria de una ausencia,
desnudo de mujer detrás de un vidrio.
Está encerrada, muerta dedo del corazón,
ella es tu anillo, distante del misterio,
fácil como un niño.
Gotas de luz llenaron ojos vacíos,
y un cuerpo de hojas y alas se fue al rocío.
Tómala con los ojos,
llénala ahora, amor mío.
Es tuya como de nadie,
tuya como el suicidio.
Piedras que hundí en el aire,
maderas que ahogué en el río,
ved mi corazón flotando
sobre su cuerpo sencillo.

Autor: Jaime Sabines

Dos cuerpos

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces en la noche enlazadas.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas y la noche relámpago.
Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen en un cielo vacío.

Autor: Octavio Paz

Alba

Mi corazón oprimido
Siente junto a la alborada
El dolor de sus amores
Y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva Semilleros de nostalgias
Y la tristeza sin ojos De la médula del alma.
La gran tumba de la noche
Su negro velo levanta
Para ocultar con el día
La inmensa cumbre estrellada.
¡Qué haré yo sobre estos campos
Cogiendo nidos y ramas
Rodeado de la aurora
Y llena de noche el alma!
¡Qué haré si tienes tus ojos
Muertos a las luces claras
Y no ha de sentir mi carne
El calor de tus miradas!
¿Por qué te perdí por siempre En aquella tarde clara?
Hoy mi pecho está reseco
Como una estrella apagada.

Autor: Federico García Lorca

Al triste

Ahí está lo que fue:
la terca espada del sajón
y su métrica de hierro,
los mares y las islas del destierro del hijo de Laertes,
la dorada luna del persa
y los sin fin jardines de la filosofía
y de la historia,
el oro sepulcral de la memoria
y en la sombra el olor de los jazmines.
Y nada de eso importa.
El resignado ejercicio del verso no te salva
ni las aguas del sueño
ni la estrella que en la arrasada noche olvida el alba.
Una sola mujer es tu cuidado,
igual a las demás,
pero que es ella.

Autor: Jorge Luis Borges

A Juan Ramón Jiménez

¿Tienes, joven amigo, ceñida la coraza para empezar,
valiente, la divina pelea?
¿Has visto si resiste el metal de tu idea
la furia del mandoble y el peso de la maza?
¿Te sientes con la sangre de la celeste raza
que vida con los números pitagóricos crea?
¿Y, como el fuerte Herakles al león de Nemea,
a los sangrientos tigres del mal darías caza?
¿Te enternece el azul de una noche tranquila?
¿Escuchas pensativo el sonar de la esquila
cuando el Angelus dice el alma de la tarde?...
¿Tu corazón las voces ocultas interpreta?
Sigue, entonces, tu rumbo de amor.
Eres poeta.
La belleza te cubra de luz y Dios te guarde.

Autor: Rubén Dario

Canción amarga

¡Ay! ¡Juguemos, hijo mío, a la reina con el rey!
Este verde campo es tuyo.
¿De quién más podría ser?
Las oleadas de la alfalfa para ti se han de mecer.
Este valle es todo tuyo.
¿De quién más podría ser?
Para que los disfrutemos los pomares se hacen miel.
(¡Ay! ¡No es cierto que tiritas como el Niño de Belén
y que el seno de tu madre se secó de padecer!)
El cordero está espesando el vellón que he de tejer.
Y son tuyas las majadas,
¿De quién más podrían ser?
Y la leche del establo que en la ubre ha de correr,
y el manojo de las mieses ¿de quién más podrían ser?
(¡Ay! ¡No es cierto que tiritas como el Niño de Belén
y que el seno de tu madre se secó de padecer!)
¡Sí! ¡Juguemos, hijo mío, a la reina con el rey!

Autor: Gabriela Mistral

Amor mío, mi amor...

Amor mío, mi amor,
amor hallado de pronto en la ostra de la muerte.
Quiero comer contigo, estar, amar contigo, quiero tocarte, verte.
Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo los hilos de mi sangre acostumbrada,
lo dice este dolor y mis zapatos y mi boca y mi almohada.
Te quiero, amor, amor absurdamente,
tontamente, perdido, iluminado,
soñando rosas e inventando estrellas y diciéndote adiós yendo a tu lado.
Te quiero desde el poste de la esquina,
desde la alfombra de ese cuarto a solas,
en las sábanas tibias de tu cuerpo donde se duerme un agua de amapolas.
Cabellera del aire desvelado,
río de noche, platanar oscuro, colmena ciega,
amor desenterrado,
voy a seguir tus pasos hacia arriba,
de tus pies a tu muslo y tu costado.

Autor: Jaime Sabines

El viento en la isla

El viento es un caballo:
óyelo cómo corre por el mar, por el cielo.
Quiere llevarme:
escucha cómo recorre el mundo para llevarme lejos.
Escóndeme en tus brazos por esta noche sola,
mientras la lluvia rompe contra el mar y la tierra su boca innumerable.
Escucha como el viento me llama galopando para llevarme lejos.
Con tu frente en mi frente, con tu boca en mi boca,
atados nuestros cuerpos al amor que nos quema,
deja que el viento pase sin que pueda llevarme.
Deja que el viento corra coronado de espuma,
que me llame y me busque galopando en la sombra, mientras yo,
sumergido bajo tus grandes ojos,
por esta noche sola descansaré,
amor mío.

Autor: Pablo Neruda

Dolor

Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes, y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
como una romana, para concordar con las grandes olas,
y las rocas muertas y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento, y los ojos fríos y la boca muda,
dejarme llevar;
ver cómo se rompen las olas azules contra los granitos y no parpadear;
ver cómo las aves rapaces se comen los peces pequeños y no despertar;
pensar que pudieran las frágiles barcas hundirse en las aguas y no suspirar;
ver que se adelanta, la garganta al aire, el hombre más bello, no desear amar...
Perder la mirada, distraídamente, perderla y que nunca la vuelva a encontrar:
y, figura erguida, entre cielo y playa,
sentirme el olvido perenne del mar.

Autor: Alfonsina Storni

Amor eterno

Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal. ¡todo sucederá!
Podrá la muerte Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse La llama de tu amor.

Autor: Gustavo Adolfo Becquer

La canción desesperada

Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.
El río anuda al mar su lamento obstinado.
Abandonado como los muelles en el alba.
Es la hora de partir, oh abandonado!
Sobre mi corazón llueven frías corolas.
Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos!
En ti se acumularon las guerras y los vuelos.
De ti alzaron las alas los pájaros del canto.
Todo te lo tragaste, como la lejanía.
Como el mar, como el tiempo.
Todo en ti fue naufragio! Era la alegre hora del asalto y el beso.
La hora del estupor que ardía como un faro.
Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego, turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio!
En la infancia de niebla mi alma alada y herida.
Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.
Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio!
Hice retroceder la muralla de sombra, anduve más allá del deseo y del acto.
Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí, a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto.
Como un vaso albergaste la infinita ternura, y el infinito olvido te trizó como a un vaso.
Era la negra, negra soledad de las islas, y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.
Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.
Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.
Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos!
Mi deseo de ti fue el más terrible y corto, el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido. Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas, aún los racimos arden picoteados de pájaros. Oh la boca mordida, oh los besados miembros, oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.
Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo en que nos anudamos y nos desesperamos.
Y la ternura, leve como el agua y la harina. Y la palabra apenas comenzada en los labios.
Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo, y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio! Oh, sentina de escombros, en ti todo caía, qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron!
De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste.
De pie como un marino en la proa de un barco.
Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.
Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo.
Pálido buzo ciego, desventurado hondero, descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Es la hora de partir, la dura y fría hora que la noche sujeta a todo horario.
El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.
Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.
Abandonado como los muelles en el alba.
Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.
Ah más allá de todo. Ah más allá de todo.
Es la hora de partir.
Oh abandonado!

Autor: Pablo Neruda

Amor de tarde

Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cuatro y acabo la planilla y pienso diez minutos y estiro las piernas como todas las tardes y hago así con los hombros para aflojar la espalda y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cinco y soy una manija que calcula intereses o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas o un oído que escucha como ladra el teléfono o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos yo con la mancha roja de tus labios tú con el tizne azul de mi carbónico.

Autor: Mario Benedetti

Veinte poemas de amor

PUEDO escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: " La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Autor: Pablo Neruda

Todo era azul

Todo era azul delante de aquellos ojos y era verde hasta lo entrañable, dorado hasta muy lejos.
Porque el color hallaba su encarnación primera dentro de aquellos ojos de frágiles reflejos.
Ojos nacientes: luces en una doble esfera.
Todo radiaba en torno como un solar de espejos.
Vivificar las cosas para la primavera poder fue de unos ojos que nunca han sido viejos.
Se los devoran. ¿Sabes? No soy feliz.
No hay goce como sentir aquella mirada inundadora.
Cuando se me alejaba, me despedí del día.
La claridad brotaba de su directo roce, pero los devoraron.
Y están brotando ahora penumbras como el pardo rubor de la agonía.

Autor: Miguel Hernández

Hace falta estar ciego

Hace falta estar ciego,
Tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio,
Cal viva, Arena hirviendo,
Para no ver la luz que salta en nuestros actos,
Que ilumina por dentro nuestra lengua,
Nuestra diaria palabra.
Hace falta querer morir sin estela de gloria y alegría,
Sin participación de los himnos futuros,
Sin recuerdo en los hombres que juzguen el pasado sombrío de la tierra.
Hace falta querer ya en vida ser pasado,
Obstáculo sangriento,
Cosa muerta,
Seco olvido.
Autor: Rafael Alberti
 
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